Cuando jugamos al ajedrez tenemos que calcular jugadas para capturar alguna pieza enemiga, aumentar nuestra visión espacial, concentrarnos, memorizar esquemas de juego o aperturas. Se podría decir que el ajedrez es un gimnasio mental donde practicamos todas estas cualidades. Además de estimular nuestra parte lógica, el ajedrez también desarrolla la imaginación necesaria para crear planes de ataque y defensa, así como la capacidad para tomar decisiones. Quizás una de las lecciones más valiosas que nos ofrece el ajedrez es que nos enseña a aceptar las derrotas.