LECCIONES ¿APRENDIDAS? DEL CAMINO DE SANTIAGO

 Esta historia tiene un principio como todas las historias, allá por el mes de diciembre del año anterior salió esta idea, queriendo y sin querer – ya sabemos que la vida no está hecha tanto de casualidades si no de causalidades; está claro que era el momento – un sueño en muchos de nosotros sin cumplir. Partiendo de un grupo inicial de 20 personas, por distintas circunstancias nos fuimos reduciendo hasta quedar en 8, y a finales de este mes de agosto de 2017 hemos realizado el Camino de Santiago un grupo de Comfam (Comunidad de Familias) del Colegio de La Salle de Paterna, en concreto 5 etapas desde Sarria hasta el propio Santiago de Compostela con una no despreciable cifra de 120 kilómetros.

A lo largo del camino tienes tiempo de pensar, reflexionar, vivir, convivir, sufrir, hablar, callar, escuchar, lo que me lleva a una serie de ¿lecciones aprendidas?

  1. No es como empiezas, sino cómo acabas el camino: hemos visto en el camino gente muy deportista, deportista, nada deportista, personas que se habían preparado con cierta antelación, gente con piernas ortopédicas, sin brazos, gente con sus hijos pequeños en sus sillas -mochilas, familias enteras, grupos pequeños y numerosos, gente joven y no tan joven, gente en bicicleta, gente corriendo en el camino y gente escayolada ; cada uno en su estilo, con sus mochilas físicas, pero también con sus mochilas mentales y emocionales y cómo no, la mochila de las intenciones en unos más cargadas y en otros menos  – esto da igual -. Qué marea tan diversa, tan poderosa, tan grata, tan cálida, cuando el ser humano se une en un mismo camino da gusto pensar de lo bueno que somos capaces de hacer. Al final llegas…. Como llegas (nos contaba un bilbaíno en el camino, inquieto y deportista que lo más típico en el camino era ver “los andares de Fraga” parecíamos casi todos abuelos y abuelas). Recuerdo una escena en este momento de la película de George Clooney, Up in the air, donde impartiendo una charla les comenta a sus oyentes que piensen en la mochila que tienen y que en ella metan a su mujer, a sus hijos,  a sus padres, su casa, su hipoteca etc. ¿a que pesa? Y si fuéramos vaciando la mochila y gestionándola mejor?, no nos pesaría tanto… esa es una de las claves posiblemente, vaciar nuestras mochilas de pequeñas preocupaciones que las hacemos grandes, de dinero, de envidias, de incomprensiones, de comparaciones, iremos más ligeros y libres en el camino.
  2. El camino siempre te pone en tu lugar: debes caminar a tu ritmo, entenderte, sentirte, conocerte, como vayas al ritmo de otros terminarás más cansado, dolorido, fatigado. Lo mismo nos pasa en nuestra vida, posiblemente pasamos mucho tiempo o tiempo pendientes de otros, comparándonos con los otros sin darnos cuenta que somos “únicos”, “un regalo divino” que debe abrirse y desarrollarse en sí y por sí mismo.
  3. Egoísmo frente a altruismo: es cierto que cada uno debe llevar su ritmo en el camino y experimentarse, pero también es cierto que cuando vas en grupo esta perspectiva es distinta. Al principio cada uno va un poco a la” suya” pero a medida que van pasando las jornadas y aumenta el cansancio, los problemas físicos, la convivencia hace que la persona se aclimate y encuentre un ritmo de equipo en el que todos se ayudan, animan y ¡cómo no, rezan!… el rosario o rosarios eran el punto de encuentro y una manera de hacer ¡dos kilómetros sin enterarte!.
  4. ¿Dónde están tus límites?: posiblemente pocos de nosotros pensábamos en acabar y realizar el camino completo, una cosa es el deseo, la intención y otra muy distinta la realidad del camino. En mi pequeña experiencia vivida he de confesar que he roto límites que tenía en mi mente, ¿andar con hematomas internos en los metatarsos de los dos pies? ¿pisar mal por ello y como consecuencia cargarse aún más las piernas? ¿contracturas en los gemelos?….daba igual había un para qué, en el camino que era mucho más fuerte que todas las incomodidades y dolores juntos; es un momento de encuentro con ti mismo y con “tu realidad y tu mundo”.
  5. El motivo – intención – es la gran diferencia: pienso y creo sin riesgo de equivocarme que pocas personas realizan el camino con su espíritu inicial (nos contaba un párroco italiano en una de las misas del peregrino que andar no tenía mérito, que lo hacían los gatos, los perros, que el mérito estaba en la conversión del camino) hay mucho de reto deportivo, de pasarlo bien, de vivir una experiencia más; en las misas del peregrino, paso obligado y que le da el verdadero sentido al camino, ¿ las iglesias estaban llenas? ¡claro! Pero es que hay gentes para llenar varias iglesias, pero no entra dentro de su “plan”. Esta conversión unida a tus intenciones, tus “para qués” son la mayor fuerza propulsora conocida.
  6. Frente al juicio y la suposición, escucha, observación y hechos: la convivencia es difícil, compleja, en definitiva, humana; llevada siempre de la mano de los juicios y de las suposiciones que hacemos sobre los demás pero sin entender su por qué, su para qué, su cómo. En varios pasajes de los evangelios se trata este hecho aunque es cierto que nuestra mente nos traiciona.

En definitiva, estamos ante una experiencia humana y religiosa llena de valores que hoy en día están en verdadero desuso como son: el sacrificio, el esfuerzo, la solidaridad, respeto, tolerancia, compromiso, responsabilidad, sinceridad, compasión y el amor uniéndolos a todos ellos.